Por Alejandra Cadavid
Cada vez son más las empresas que están apostando por nuevos modelos de negocio en los que el mayor interés no es vender ropa, sino alquilar ropa usada.
Según el portal Fashion Network, la aceleración en el modo de consumo fast fashion de las sociedades actuales, ha creado un consumidor que prefiere adquirir una prenda de buena calidad durante un período para poder renovar su armario constantemente, y hacerlo de manera sostenible para el planeta, rasgo que caracteriza a los millennials.
Incluidas dentro de la categoría de «economía compartida» o «consumo colaborativo», la primera de estas plataformas de alquiler fue Rent the Runaway, fundada en 2009 por Jennifer Hyman en Estados Unidos.
Según Hyman, cuando compras una camisa por 20 dólares que sabes que se va a desintegrar, en realidad, eso ya es de algún modo una especie de alquiler.
–Fueron las marcas las que introdujeron al consumidor mundial en este concepto de moda de usar y tirar–, y añadió que lo más difícil fue convencer a las marcas para que participaran, no a los consumidores.
Además del alquiler, Rent the Runaway también permite comprar las prendas y el costo es la mitad de lo que cuesta en el mercado.
Siguiendo el modelo de Uber, Airbnb y otros casos de consumo colaborativo, la empresa lanzó una aplicación llamada Unlimited, que permite alquilar tres prendas durante todo un mes por una cuota de 139 dólares.
Otra plataforma que está apostando por este tipo de consumo es Instantluxe, fundada también en 2009 y adquirida en 2016 por el grupo Galeries Lafayette, que en 2017 puso en marcha su propia iniciativa de alquiler de marroquinería, facilitando a los consumidores probar un producto antes de invertir su dinero en él.
Como estas, encontraremos muchas más: La Ropateca en Barcelona, Lena en Amsterdam, Kleiderei en Alemania, Vaatepuu en Finlandia y L’Habibliothèque en París, también existe Pret a Preter en Canadá, y esta última, cuenta con donaciones de marcas como Levi’s.
Stella McCartney también se ha unido y anima ahora a comprar y vender prendas usadas de su firma a través de The RealReal.
Para Ingrid Brochard, cofundadora de la empresa de alquiler de moda, Panoply City:
–En la tienda somos más racionales, pensamos más, podemos enamorarnos del abrigo de flores, pero acabamos comprando el azul marino, más clásico.
Es decir, al comprar elegimos las prendas más seguras, sin embargo, con el alquiler, esa preocupación desaparece dando paso al consumo de prendas con las que el consumidor se identifica en ese momento sin importar si es un diseño más atrevido, pues al fin y al cabo, solo lo tendrá por un tiempo.
El negocio de alquilar ropa usada en Colombia
En Colombia el servicio de alquiler de ropa no es nuevo, pero la tendencia en ropa informal y de diseñador aún no existe. Sin embargo, hay varios colectivos preocupados por hacer de la moda en el país algo más sostenible.
Fashion Revolution Colombia es uno de ellos y busca que todos los consumidores conozcan las condiciones en las que fueron creadas sus prendas.
A este se une Eco Chic, que es el responsable del Trueque Eco Chic, que se realiza varias veces al año, en el que decenas de personas se reúnen para intercambiar las prendas que ya no usan.
–La mayoría de mujeres solo usa el 20 % de la ropa que tiene en su clóset. Y eso es un desperdicio–, explicó Diana Jansen, directora de procesos de Lena.
Según la organización Fashion Green, cada individuo desecha cerca de 8 kilogramos de ropa cada año y de acuerdo con las cifras de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP), solo en Bogotá, se botan entre 360 y 600 toneladas de ropa cada día.